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sábado, 15 de septiembre de 2012

EL AMOR CIEGO DE DIOS, QUE NO VE LAS FALTAS DE SU DESPOSADA (E.V. Éxodo, Witness Lee)


En Jeremías 31:3, el Señor dijo a Su pueblo: “Con amor eterno te he amado, por tanto, te prolongué Mi misericordia”. En otras partes, vemos que Dios amó a Jacob, pero aborreció a Esaú (Ro. 9:13). No parece haber ninguna razón para que Dios amara a Su pueblo; El parecía estar ciego de amor. El siguió amando a Su pueblo aun cuando no le era fiel. El amor ciega a la gente. El mejor amor es esta clase de amor. Si usted no está ciego, no podrá amar correctamente. Si sus ojos están abiertos a todos los errores de la persona que usted ama, quizá quiera una separación, o aún un divorcio. Pero si usted ama ciegamente, considerará que su marido o su esposa es lo mejor. Al amar a Su pueblo, Dios parecía cerrar Sus ojos y amarlos ciegamente. En el asunto del amor, no sea más sabio que Dios. Sígale a El y ame a su esposa ciegamente.

ESTUDIO- VIDA DE EXODO

MENSAJE CINCUENTA Y TRES

EL PROPOSITO DE DIOS AL DAR LA LEY
A SU PUEBLO CONSISTIA EN QUE LO AMARA

Lectura bíblica: Ex. 20:1-12; 3:14-15; Jer. 31:3, 32; 2:2; Os. 2:19-10; Is. 54:5; Ez. 16:8; Jn. 14:21, 23

II. DIOS HA BUSCADO A SU PUEBLO
COMO EL AMADO BUSCA AL AMOR

Según Cantar de Cantares, el hombre es el amado, y la mujer, aquella que lo busca con amor, es Su amor (1:13-16). Por consiguiente, el amado es el marido, mientras que su amor es la esposa. La Biblia revela que en el Antiguo Testamento, Dios buscaba a Su pueblo como el amado busca a su amor, su esposa. Si usted lee Exodo 1 a 20 desde esta perspectiva, verá que en estos capítulos, Dios vino muchas, veces para cortejar a Su pueblo. Después de cortejarlo, El se comprometió con el en el monte Sinaí.

A. Se reveló al pueblo como Jehová su Dios,
el gran Yo soy

En Exodo 3:14-15, el Señor se reveló a Sí mismo a su pueblo como Jehová su Dios, el gran Yo soy, Aquel que era, que es, y que será para siempre. El que se reveló al pueblo de esta manera era el que buscaba personas que lo amaran.

B. Los amó con amor (ciego) eterno

En Jeremías 31:3, el Señor dijo a Su pueblo: “Con amor eterno te he amado, por tanto, te prolongué Mi misericordia”. En otras partes, vemos que Dios amó a Jacob, pero aborreció a Esaú (Ro. 9:13). No parece haber ninguna razón para que Dios amara a Su pueblo; El parecía estar ciego de amor. El siguió amando a Su pueblo aun cuando no le era fiel. El amor ciega a la gente. El mejor amor es esta clase de amor. Si usted no está ciego, no podrá amar correctamente. Si sus ojos están abiertos a todos los errores de la persona que usted ama, quizá quiera una separación, o aún un divorcio. Pero si usted ama ciegamente, considerará que su marido o su esposa es lo mejor. Al amar a Su pueblo, Dios parecía cerrar Sus ojos y amarlos ciegamente. En el asunto del amor, no sea más sabio que Dios. Sígale a El y ame a su esposa ciegamente.
Cuando yo era joven, me preguntaba si Dios se habría equivocado al amar a Israel. Aunque Jacob fue un suplantador, Dios lo amaba. Dios sigue amando a Israel con un amor eterno, así como El lo hizo cuando El pronunció las palabras de amor en Jeremías 31:3. Muchas naciones se levantarán contra Israel, pero Dios seguirá amando a Su pueblo eternamente.

C. Los trató como a una esposa

Por querer que Su pueblo se convirtiese en Su amada, El los trató como Su esposa. Jeremías 2:2, Oseas 2:19-20, Isaías 54:5, y Ezequiel 16:8 indican esto claramente.

D. Al darles Su ley se les reveló tal como es

Hemos señalado repetidas veces que la ley de Dios es como un compromiso. Al dar la ley a Su pueblo de esta manera, les dio a conocer la clase de Dios que El es. En cada uno de los primeros cinco mandamientos, El se refería a Sí mismo de manera íntima como “Jehová tu Dios”. El se reveló como el Dios celoso, y exigía que ellos no tuviesen otros dioses, otro amado, que no fuese El. El anhelaba su amor para que obedecieran a Sus mandamientos y lo expresaran a El. Vemos el mismo concepto en Juan 14:21 y 23. El versículo 21 dice: “El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ése es el que Me ama; y el que me ama, será amado por Mi Padre, y Yo le amaré, y Me manifestaré a él”. Así como en Exodo 20:1-12, aquí vemos el amor del Señor al cortejarnos y al buscar un pueblo que lo ame. En Juan 14:23, el Señor continúa: “El que Me ama, Mi palabra guardará; y Mi padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. En el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento, Dios es un hombre que corteja. Los mandamientos en 20:1-12 no fueron dados de manera legalista, sino con amor. Al dar la ley a Su pueblo, Dios quería que ellos se convirtiesen en personas que lo amen.
Si no amamos a Dios, no podremos obedecer Sus mandamientos, y por tanto, no podremos expresarlo a El. La meta del compromiso consiste en introducir a dos personas en una unidad. En el matrimonio un hombre y su esposa llega a ser una sola carne. Del mismo modo, Dios y Su pueblo escogido llegaron a ser uno por medio del compromiso que se produjo en Exodo 20. Esta unidad entre Dios y Su pueblo y entre el marido y la esposa es un principio fundamental en las Escrituras. No obstante, muchos maestros bíblicos descuidan este aspecto de cómo fueron dados los Diez Mandamientos. Por el contrario, recalcan la distancia entre Dios y Su pueblo y el hecho de que Dios deseaba que ellos obedecieran los mandamientos. Pero no podemos negar el hecho de que los Diez Mandamientos sirvieron como un contrato de compromiso y que este compromiso los llevó a la unidad.
En un matrimonio normal, un hombre y su esposa se unen más con el transcurso de los años. Gradualmente ellos, se hacen uno en hábitos, características y expresión. Del mismo modo, el pueblo escogido de Dios finalmente será como El es y por tanto, lo expresará verdaderamente a El. El Señor debe infundirnos como nuestro marido, pareciéndonos cada vez más a El. Entonces seremos Su expresión. Según la Biblia, este principio fundamental se aplica tanto al matrimonio humano como a la relación de amor entre Dios y Su pueblo.
La función de un contrato de compromiso es hacer que las dos partes: el hombre y la mujer, sean uno. En el mismo principio, la función de la Palabra de Dios consiste en hacernos uno con Dios. El hecho de que Dios diga que El desposó a Israel para Sí mismo significa que El se unió a Su pueblo como un esposo a su esposa. Las palabras de Dios hicieron que Su esposa fuese uno con El. La función más elevada de la ley consiste en introducir al pueblo escogido de Dios en unidad con El. Los Diez Mandamientos no son simplemente regulaciones promulgadas por Dios como la autoridad más elevada en el universo. La ley es un papel de compromiso que nos lleva a Dios y nos hace uno con El. Pasa lo mismo con la Biblia. La función principal de la Biblia consiste en llevarnos a Dios y en hacernos uno con El. Por amar a Dios, nosotros amamos también Su palabra. Mientras Sus palabras lo infunden a El mismo dentro de nosotros, llegamos a ser uno con El en vida, naturaleza y expresión. Esta comprensión de la ley como palabra viviente de Dios y de la Biblia muestra la función intrínseca de la ley y de la Biblia, la palabra de Dios.

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