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martes, 11 de septiembre de 2012

CRISTO, NUESTRA VIDA Y HÁBITAT / LA ORACIÓN DEL PEREGRINO, Administrador



CRISTO, NUESTRA VIDA Y HÁBITAT
La oración del peregrino

Cristo ha de ser nuestra vida, nuestro aire, nuestro ambiente ... ¡nuestro todo! De tal modo, que cuando nos salgamos de Él como nuestro hábitat nos sintamos mal, como los peces que se agitan, retuercen y mueren fuera del agua. Así, siendo Cristo nuestra vida y hábitat, Le absorbemos en una especie de ósmosis santa, en la que nosotros vamos desapareciendo hasta quedar solo Él.



Solo en Cristo estamos como pez en el agua



1-LA ORACIÓN DEL PEREGRINO RUSO:

La práctica de INVOCAR, me recuerda mucho a la oración descrita en el libro anónimo "El Peregrino Ruso" (véase en este mismo blog, la etiqueta "Oración Continua"), un Santo que, después de muchos años de experiencia en las cosas del Señor, llegó a la conclusión de que la mejor oración era la sencilla oración que hizo a Jesús el ciego Bartimeo:

Mar. 10:47
¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

Así que en su peregrinación solo repetiría esa oración y la fue acortando hasta lograr que dicha oración se acompasase con su respiración:

¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

¡Jesús, ten misericordia de mí!

¡Jesús, ten misericordia!

Al final su mejor oración se redujo a un simple nombre:

¡Jesús!

El nombre de Jesús (Yahshua), que quiere decir "Dios Salvador", Yahweh Salvador, "Aquel que Yahweh es Su salvación" o "Aquel que Yahweh es Su salvador", etc., encierra y resume el evangelio en una sola palabra, porque Jesús es todo lo que el hombre necesita.

Con el paso del tiempo esa oración se convirtió en una oración INTERNA, ESPONTÁNEA y CONTINUA. El peregrino, al fin, podía "ORAR SIN CESAR".


2-CRISTO, NUESTRA VIDA Y HÁBITAT:

Estoy de acuerdo en que la invocación es una buena y práctica forma de beber el agua de vida; sin embargo mi experiencia me dice que no es la única; es más, quizás ni siquiera la mejor; sino una parte de lo que se conoce como "la práctica de la presencia de Dios".

En mi vida esa práctica ha sido la transformación operada al mirarme en el espejo de Cristo (2ª Cor. 3:18); es decir, el contacto con Jesús, volviendo a Él mi mente en cualquier tiempo y forma, en una bendita obsesión de Cristo, solo Cristo y nada más que Cristo. AbsorbiéndoLe, cual esponjas sumergidas en Él, que es la bendita Agua de Vida, hasta que ya no sepamos dónde acaba la esponja ni dónde empieza el agua. Esto es tener la mente continuamente puesta en Sus cosas, las cosas del Espíritu: sentirLe, beberLe, comerLe, respirarLe, degustarLe, oírLe, olerLe, invocarLe, cantarLe, orarLe, hablarLe, alabarLe, escucharLe; pasear con Él, sentarnos frente a Él, acostarnos y despertarnos pensando en Él; esto es también leer la Biblia y libros que hablen de Él; acudir a cultos, conferencias y reuniones donde Él sea el centro; escuchar audios sobre Él y música y canto que Le celebran y ensalzan …; y sí, también orar en lenguas, porque el que ora en lenguas a sí mismo se edifica (se carga, como una batería eléctrica), aunque hable misterios que ni el mismo entiende (1ª Cor. 14:4; 14:2)

Cuando Cristo es nuestra vida, nuestro aire, nuestro ambiente ... ¡nuestro todo!; de tal modo que cuando nos salimos de Él como nuestro hábitat, nos sentimos mal, cuales peces que se agitan, retuercen y mueren fuera del agua. Así, siendo Cristo nuestra vida y hábitat, Le absorbemos en una especie de ósmosis santa, en la que nosotros vamos desapareciendo hasta quedar solo Él.

Cuando Cristo sea nuestra vida y hábitat otros lo notarán:

Hechos 4:13
Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.

Marcos 14:70
Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar (acento galileo) es semejante a la de ellos.

2 Corintios 2:14-16
Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?

Por eso, precioso Dios nuestro, aumenta más y más nuestra hambre y sed de Ti y luego,

"sácianos de la grosura de Tu casa y abrévanos en el torrente de Tus delicias". Sal. 36:18


Amén.

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