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jueves, 9 de agosto de 2012

¡CUIDADO CON NUESTRAS REACCIONES! es sumamente grave reaccionar mal ante el comportamiento de quienes están bajo nuestra autoridad en la familia y en la Iglesia (E. V. Éxodo, Witness Lee)


ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CUARENTA Y UNO

EL AGUA VIVA QUE BROTA DE LA PEÑA GOLPEADA
(2)

Lectura bíblica: Ex. 17:1-7; Nm. 20:1-13; 1 Co. 10:1-4

LOS HIJOS DE ISRAEL TENTARON A DIOS



Roca auténtica en Oreb, descubierta por Ron Wyat y después por Michael Rood.
Pueden verse los vídeos en la red.

UN FRACASO GRAVE

El Señor no condenó a Moisés ni a los hijos de Israel por su fracaso en Masah relatado en Éxodo 17, pero sí los condenó por su fracaso en Cades en Números 20. Cuando el pueblo volvió a quejarse por la falta de agua, Moisés, aprendió la lección de Masah, y no reaccionó al principio. Pero él no pudo tolerar la situación, y finalmente él reaccionó con mucha firmeza, diciendo: “¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” (Nm. 20:10). Entonces, Moisés desobedeció el mandato del Señor de hablar a la peña: “Alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces” (v. 11). Al hacer eso, Moisés quebrantó la economía de Dios. Como resultado, se le prohibió entrar con los hijos de Israel a la buena tierra. Según Números 20:12, el Señor le dijo a él y a Aarón: “por cuanto no creísteis en Mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”. Así como su hermana que falleció en Cades, Moisés y Aarón morirían en el desierto. No participarían en la entrada del pueblo a la buena tierra.

El incidente en Éxodo 17:1-6 se produjo al principio de su viaje por el desierto, cuando los hijos de Israel acababan de seguir al Señor. Por esta razón, aunque los hijos de Israel se comportaron de manera lamentable y a pesar del fracaso de Moisés, Dios no estaba enojado con ellos. En realidad, El estaba plenamente preparado para enfrentarse a la situación. Como lo hemos mencionado, en Su obra de creación, El había preparado la peña que había de ser golpeada. Luego, por la columna, Dios los llevó a ese lugar. Aunque el pueblo altercó con Moisés y tentó a Dios, el Señor no estaba enojado con ellos. Treinta y ocho años más tarde, en Cades, la situación era totalmente distinta. En aquel tiempo, la mayoría de aquellos que habían vivido Éxodo 17:1-6 ya habían fallecido. Esto significa que las personas presentes en Cades pertenecían a la nueva generación, a aquellos que habían nacido en el desierto. En los capítulos anteriores a Números 20 El Señor había matado mucha gente. En Números 20:1, vemos incluso la muerte de María. Después de su muerte, se produjo el altercado en Cades por la falta de agua. Este caso sucedió al final de sus años de vagar. Por consiguiente, el Señor estaba muy enojado con ellos. Además, el Señor fue muy estricto al disciplinar a Moisés.

En Éxodo 17, el fracaso de Moisés consistió únicamente en reaccionar al altercado de los hijos de Israel. Pero en Números 20, él no sólo reaccionó al altercado del pueblo, sino que quebrantó un principio fundamental de la redención de Dios (se airó y además tomó una acción incorrecta). Cristo tipificado por la peña, debía ser golpeado una sola vez. Esta fue la razón por la cual en Números 20:8, el Señor encargó a Moisés que hablara a la peña, y que no la golpeara. La peña ya había sido golpeada en Éxodo 17. No obstante, Moisés fracasó pues golpeó la peña por segunda vez. En el transcurso de los siglos, los cristianos han hecho lo mismo, crucificando continuamente a Cristo. Hacer eso es una violación grave del principio de Dios en Su redención y en Su administración. Este asunto era mucho más que un asunto personal ya que se relacionaba con la administración de Dios. Por esta razón, Dios castigó a Moisés con tanta severidad.

A raíz de este fracaso de Moisés debemos aprender a tener mucho cuidado con nuestras reacciones, pues no deben tocar la administración de Dios. Cuando perdemos la calma, debemos tener cuidado de nuestra forma de actuar (Moisés hizo algo que no se le había dicho que hiciera) ya que podría quebrantar un principio fundamental de la redención y la administración de Dios. Es sumamente grave reaccionar de esta manera.

EXPUESTOS POR LA SEQUIA

Hemos visto que la falta de agua es una prueba tanto para Dios como para Su pueblo. En nuestra vida familiar o vida de iglesia, Dios a menudo nos permite llegar a una etapa de sequía. Eso pasa sobretodo en la vida de iglesia, ninguna iglesia local fluye siempre con agua viva. A veces en la vida de iglesia, llegamos a Mara, donde las aguas son amargas. En otras ocasiones, llegamos a Elím, donde se encuentran doce fuentes de agua que fluyen. No obstante, raras veces permanecemos mucho tiempo en Elím, Bajo la dirección de Dios, nosotros en la iglesia somos llevados finalmente a Masah, donde no hay agua. Ahí somos puestos a prueba. Cuando hay mucha agua que beber, nos resulta fácil comportarnos adecuadamente. Los hermanos actúan como caballeros, y las hermanas son agradables. No obstante, cuando no hay nada de beber, altercamos y somos indisciplinados, y quizá aún salimos de toda restricción. Pasa lo mismo en la vida matrimonial. Cuando todo es agradable y positivo, el marido y la esposa quizá sean humildes, amables, y simpáticos. Pero cuando llegamos a un lugar seco en nuestra vida matrimonial, nuestro comportamiento experimenta un cambio radical. En lugar de amabilidad, hay murmuraciones y peleas. Cuando hay suficiente comida para todos, no hay peleas. Pero cuando falta comida, aun los que habitualmente se comportan correctamente pelearán por la comida. Del mismo modo, cuando hay un suministro adecuado de agua, podemos ser educados y permitir que otros beban primero. Pero cuando tenemos sed y no estamos satisfechos por la falta de agua, pelearemos y lucharemos por nuestros propios intereses. De esta manera, en la vida de iglesia y en la vida familiar, somos expuestos.

En realidad, el Señor nos lleva a una etapa seca con el propósito específico de exponernos. En esta situación, el Señor nos pone a prueba, y nosotros a El. El nos pone a prueba para ver cómo reaccionamos. ¿Oraremos, alabaremos, y agradeceremos al Señor, o murmuraremos y nos quejaremos? Además, los que llevan la delantera entre el pueblo de Dios, también son probados en la sequía como lo fueron Aarón y Moisés. Son probados tanto por Dios como por Su pueblo. No obstante, de todos los que son probados, Dios es el único que siempre pasa la prueba. Raras veces los siervos de Dios o los que llevan la delantera entre el pueblo de Dios pasan la prueba de Dios. Y es mucho más raro que el pueblo en su conjunto pase la prueba.

LAS AGUAS DE CONTIENDA

Ezequiel 47:19 y 48:28 hablan de “las aguas de contienda en Cades”. En ambos casos, la palabra hebrea traducida por contiendas es “Meriba”, el nombre dado a las aguas en Números 20:13. El agua que fluye de la peña golpeada debería ser el agua de paz. Pero a causa de nuestro fracaso, se convierte en el agua de Meriba, el agua de contienda, de pelea, de altercado. Dios es fiel y misericordioso, pero somos pecaminosos y sin fe. Por esta razón, el agua que debería ser el agua de paz es llamada el agua de contienda.

En nuestra opinión, Dios no debería suministrar agua viva a los pecaminosos e incrédulos. No obstante, Dios no detuvo el suministro de agua. Por el contrario, El usó la ley para matar a Su Cristo a fin de que el agua viva pudiese fluir y satisfacer nuestra sed. Esto revela la fidelidad y la misericordia de Dios.

El cuadro presentado en Éxodo 17 del agua viva que brota de la peña golpeada expone la pecaminosidad y la incredulidad del pueblo de Dios y las carencias de Sus siervos. Nosotros los que servimos al Señor debemos tomar la delantera entre el pueblo de Dios y confesar nuestras carencias. A menudo reaccionamos negativamente cuando llegan las pruebas. Simplemente no podemos pasar las pruebas que Dios y Su pueblo han puesto sobre nosotros. Dios es fiel y misericordioso, pero somos pecaminosos, así como lo eran los hijos de Israel. Ellos habían sido redimidos, pero en Masah todavía se comportaban como pecadores. Cristo fue golpeado por nosotros a fin de que el agua viva saliese de él y satisficiera la sed del pueblo pecaminoso. En este cuadro, vemos un aspecto importante del evangelio.

En Éxodo 17, Moisés tenía más de ochenta años de edad, pero en Números 20, él tenía casi ciento veinte años de edad. Pero él no pasó la prueba en ambas ocasiones. El altercado que se produce por la falta de agua nos pone en una prueba muy difícil. Cuando el Señor permite que la iglesia llegue a esta etapa de sequía, ni siquiera Sus siervos que llevan la delantera pueden pasar la prueba. Cuando carecemos de Cristo como el agua viva que satisface nuestra sed, automáticamente estamos sometidos a la prueba de Dios. Debido a la escasez de agua, los cristianos contemporáneos son sometidos a muchas pruebas. Las contiendas, altercados, peleas y críticas son comunes por causa de esta escasez.

A veces el Señor nos lleva a un lugar seco para que aprendamos una lección. Aquí tenemos la oportunidad de probar a Dios y de ser probados por El. Tanto Su pueblo en general como Sus siervos en particular son probados. Pero como lo hemos señalado repetidas veces, sólo Dios puede pasar la prueba. Sólo El está calificado. Esto indica la gravedad que constituye el hecho de carecer de Cristo como el agua viva que satisface nuestra sed. ¡Cuán crucial es que El satisfaga esta necesidad para nosotros! En un próximo mensaje, veremos que debemos ser uno con Cristo a fin de que las aguas vivas fluyan de nosotros. El ha sido golpeado, y nosotros también debemos ser golpeados. Si no nos identificamos con El en este asunto, el agua viva dentro de nosotros no tendrá ninguna posibilidad de fluir. Todos debemos identificarnos con el Cristo golpeado a fin de que fluya el agua viva.

Nota: Nos apresuramos a confesar nuestras carencias, ya que en lo personal no damos la talla en cuanto al dominio propio sobre nuestras reacciones airadas desproporcionadas a veces y casi siempre faltas de paciencia y de amor para con los fallos y el mal obrar de los demás. 

Oramos pues Señor que tu tengas misericordia de nosotros y nos mantengas en el continuo fluir del Tu agua de vida, para no incurrir en estas faltas graves y menos aún en acciones que vayan en contra de tus instrucciones concretas en asuntos específicos de tu economía, relacionados con las personas bajo nuestra autoridad. Reconocemos que el ser provocados a ira como lo fue Moisés no nos exime de culpa ni responsabilidad ante Ti. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.

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