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lunes, 31 de enero de 2011

SI QUIERES OÍR SU VOZ, ESCUCHA EL SILENCIO, A. B. Simpson





INTRODUCCIÓN DEL ADMINISTRADOR:

En cierta ocasión el Señor me mostraba en una imagen mental que para oír Su voz con claridad debo silenciar todas las otras voces. La imagen mental era la de aquel que está en un local lleno de gente, donde están hablando todos entre si en corrillos y cada cual alzando más la voz para hacerse oír. En ese ambiente, si a alguien le llaman por su teléfono móvil descolgará y como no oirá nada, se verá forzado a salir afuera para poder escuchar a quien le llama, especialmente si en la pantalla del móvil el número que aparece es el del 'Jefe'.

Este artículo, de "Manantiales del Desierto", Habla de eso; de aprender a escuchar a nuestro precioso Salvador en la oración de silencio y quietud.



"Hubo silencio y oí una voz acallada" (Job 4:16)

Hace unos veinte años uno de mis amigos puso en mi mano un librito titulado 'Paz Verdadera'. Era un antiguo mensaje medieval y no contenía sino un solo pensamiento: Que Dios está esperando en lo más profundo de mi ser, para hablarme, si yo solamente permanezco lo suficientemente callado para poder oír Su voz.

Yo creí que esto sería una cosa muy fácil y empecé a guardar silencio; pero no había hecho nada más que comenzar, cuando un perfecto alboroto de voces llegó a mis oídos; un millar de notas clamorosas por dentro y por fuera; hasta que no podía oír otra cosa sino un ruido violento y ensordecedor. Algunas eran mis mismas voces, mis propias preguntas, mis mismas oraciones. Otras eran las sugestiones del tentador y las voces del inquieto mundo. Por todas direcciones era atraído, empujado y saludado con aclamaciones ruidosas y una inquietud inexplicable. Creía que era necesario que escuchase algunas de estas voces y que las contestase, pero Dios dijo: "Cállate y conoce que soy Dios".

Entonces me arribó un conflicto de pensamientos acerca del mañana y sus deberes y necesidades y quise atenderlos, pero Dios dijo: "Cállate".

Y cuando empecé a escucharle y, despacio y gradualmente, aprendí a obedecer y cerré mis oídos a todos los sonidos, me di cuenta al poco tiempo que, cuando las otras voces cesaron o yo cesé de oírlas, había en lo más íntimo de mi ser una voz pequeña y silenciosa, que empezó a hablarme con una ternura, con un poder y con un aliento que no es posible describir.

Cuando estaba escuchando, la voz de la oración se convirtió para mi en la voz de la sabiduría, la voz del deber; y no tuve ya que pensar tanto, orar tanto o confiar tan agudamente. Pero aquella "pequeña y queda voz" del Santo Espíritu en mi corazón, era la oración de Dios en el secreto de mi alma; era la respuesta de Dios a todas mis preguntas, era la vida y fortaleza de Dios para mi alma y mi cuerpo; y se convirtió en la substancia de todo conocimiento, de toda oración, y toda bendición; porque era el mismo Dios VIVO, mi vida, mi todo.

Es así como nuestro espíritu bebe en la VIDA de nuestro Señor RESUCITADO y puede lanzarse en medio de los conflictos y deberes de la vida, como la flor que a través de las sombras de la noche, ha bebido las frescas y cristalinas gotas de rocío. Pero así como el rocío no desciende jamás en una noche tormentosa, así el rocío de Su gracia nunca desciende a las almas INQUIETAS.

ESPÍRITUS DE MENTIRA (Si la trompeta diere sonido incierto), Juan Radhamés Fernández.

Tremenda predicación del siervo JUAN RADHAMÉS FERNANDEZ, titulada "SI LA TROMPETA DIERE SONIDO INCIERTO". No se la pierdan.

http://www.youtube.com/watch?v=D1nmhgiNprU&feature=player_embedded#

domingo, 30 de enero de 2011

LA OPERACIÓN SUBJETIVA DE LA CRUZ v/ LA ENERGÍA DEL ALMA



INTRODUCCIÓN:
Presento aquí tres excelentes artículos tomados de la Revista AGUAS VIVAS (http://www.aguasvivas.cl/). Recomiendo también la lectura del libro de Watchmen Nee "La Cruz en la Vida Cristiana Normal" de Ed. Portavoz (http://txemarmesto.blogspot.com.es/2011/10/libros-de-watchmen-nee-nee-too-seng.html);  especialmente los capítulos 6 y 7. Presten especial atención a las palabras ORIGEN (¿quién INICIÓ lo que estamos haciendo, Dios o nosotros? ¿Fue una brillante idea de nuestra mente natural o del Señor?) MOTIVACIÓN-INTENCIÓN (¿por qué hacemos lo que hacemos? ¿qué estamos buscando en el fondo de nuestro corazón, nuestra gloria o autopromoción o la gloria de Dios?), pues son claves para discernir si lo que hablamos o hacemos viene de nosotros o de Dios.


El camino de la cruz

Es de gran utilidad para el creyente conocer la diferencia que hay entre las expresiones la obra de la cruz y el camino de la cruz, y las importantes realidades espirituales que se esconden tras ellas.

La obra de la cruz es referida enteramente al Señor Jesucristo, la cual realizó el día en que su cuerpo fue clavado en la cruz del Calvario. Ese día ocurrieron dos cosas fundamentales: La sangre que Él derramó allí fue plenamente eficaz para el perdón de nuestros pecados; y su muerte sustitutiva dio fin al pecado y a la carne como principios dominantes en el hombre, de acuerdo a las palabras de Pablo: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6).

Esto es lo que se conoce como la obra de la cruz, y está absolutamente consumada. Ningún hombre participó ni colaboró en ella, ni nadie puede agregar nada a lo que el Señor hizo perfectamente.

Pero está también el camino de la cruz.

El camino de la cruz tiene que ver con “llevar la cruz” el creyente. Es decir, es nuestra cooperación diaria en la aplicación de la muerte al hombre natural, a las facultades y energías del alma, para que la vida de Dios que ya mora en nosotros, pueda manifestarse progresivamente.

El camino de la cruz está implicado en las palabras del Señor: “Tome su cruz cada día” (Lucas 9:23), y es un proceso interior, subjetivo y diario. No se trata de “crucificar el alma”, —el alma es el asiento de nuestra existencia individual y como tal no puede morir sin que muramos también biológicamente– sino que se trata de llevar las energías y las dotes del alma a la muerte, para recibirlas luego de parte de Dios en resurrección.

Sólo cuando esto ocurre, el alma estará sujeta al Espíritu y será de eficaz colaboradora en la obra de Dios.

Siendo éste un asunto de primordial importancia para todo cristiano que desea servir a Dios, hemos querido tocarlo, aunque sea brevemente, en los artículos centrales de este número.

Esperamos que Dios nos conceda, en su gracia, conocer algo más de este fructífero –aunque a veces también doloroso– camino, y sobre todo vivirlo, para la gloria de Dios.





La obra de Dios en el creyente consiste en dos cosas: Él desea que vivamos por la vida de su Hijo –el Árbol de la vida desechado por nuestros primeros padres– y que la fuente de nuestra alma sea restringida para que vivamos y andemos por el Espíritu. En este doble propósito tiene una importancia fundamental la cruz.



La cruz y el alma

Para entender el lugar y la importancia que tiene la cruz en el caminar del creyente debemos remontarnos al huerto del Edén.

El problema del huerto

Como sabemos, Adán fue creado un “alma viviente”, con un espíritu dentro de sí para comunicarse con Dios, y con un cuerpo para comunicarse con el mundo material. Adán vino a ser así un ser consciente de Dios, consciente de sí mismo, y de lo que lo rodeaba en el universo visible.

Todo estaba perfecto allí en el Edén. Adán lo era, y la creación también. Sin embargo, Dios no sólo quería tener una raza de hombres procedentes de esta raíz, sino que tenía en mente impartir su vida divina en cada uno de ellos. Hombres así estarían en condiciones de hacer su obra, es decir, derrocar a Satanás, el usurpador, y llevar a cabo su plan eterno.

El árbol de vida en el huerto simbolizaba ese propósito de Dios: tener a los hombres en íntima comunión con Él, unidos por Su misma vida. Pero sabemos que el camino elegido por Adán –en complicidad con Satanás– fue muy distinto: eligió un camino que le inhabilitaría para cumplir el propósito de Dios.

Al tomar del fruto del árbol del conocimiento, Adán y Eva “conocieron ...” (Gén.3:7). Pero ese conocimiento procedía del árbol incorrecto, por tanto, su origen era, de partida, defectuoso. En vez de alimentar su espíritu para una perfecta comunión con Dios y para cumplir con Su propósito, ellos alimentaron su alma, con lo cual ésta vino a desarrollarse excesivamente.

Quedaron afectadas las emociones, porque el fruto fue agradable a sus ojos; la mente con su facultad de razonamiento experimentó un desarrollo, porque se hizo sabio; y su voluntad se fortaleció igualmente para tomar de ahí en adelante decisiones por sí mismo. De ahí en más, el hombre no fue sólo un “alma viviente”, sino que viviría por su alma, la cual ocuparía el lugar del espíritu como impulsor de su vida.

El problema no es que el hombre tenga alma, o que haga uso de su alma –en verdad es imposible que pueda vivir sin ella, porque él es un alma viviente–, sino que el problema es el vivir del alma. Remediar esto no significa eliminar el alma para convertirnos en personas abúlicas e insensibles, sino que es mantenerla en sujeción al espíritu, dentro de los estrechos límites diseñados por Dios para ella. El problema del alma no es que ella exista y obre, sino que es su crecimiento desmesurado y su protagonismo ególatra.

La obra de Dios en el creyente consiste en dos cosas: él desea que vivamos por la vida de su Hijo –el Árbol de la vida desechado por nuestros primeros padres– y que la fuente de nuestra alma sea restringida.

El objetivo de Dios es que mengüemos, y que su Hijo crezca en nosotros.

La energía del alma

La energía del alma está presente en todos los hombres, y disponible para ser utilizada en cualquier momento. Sin embargo, sólo los que no han sido enseñados por Dios están dispuestos a usarla. La energía del alma es como un baúl lleno de cosas muy atractivas para el hombre. Allí están las habilidades, las fortalezas y los talentos en toda su rica variedad; allí están los recursos de la mente, las disposiciones de la voluntad, y toda la gama de sentimientos y emociones imaginables. Todo está a la mano; todo ello puede ser tomado; todo invita a la acción.

Sin embargo, en la obra de Dios ninguna de esas cosas sirven. (A menos que hayan pasado por la cruz).

No sólo lo malo nuestro no le sirve a Dios: tampoco le sirve lo “bueno”. ¿Cómo así? El problema está en la fuente, en el origen. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6).

¿Cuál es el deseo de Dios respecto de nosotros y de nuestra energía natural? Es que no hagamos ninguna cosa sin depender de Él; que no tengamos ninguna suficiencia en nosotros. Que cuando nuestra alma nos invite a la acción sin una dependencia total de Cristo, le digamos que no, que de esa manera no queremos hacer nada. Que no podemos hacer nada de utilidad sin Él.

¡Oh, esto no es fácil aceptarlo! ¡Hay algunas cosas duras que usted debe saber!

Si usted es inteligente, y usa su inteligencia para diseñar la obra de Dios, usted está actuando desde su alma, así que no le aprovechará. Si usted es un orador nato, y cree que su oratoria podrá servirle para hacer la obra de Dios, está equivocado, y no le servirá de nada. Si usted es un líder destacado, y usted piensa que podrá usar sus habilidades para reunir a las personas en la obra de Dios, está equivocado.

Todo esto puede hacerlo incluso uno que no conoce a Dios, uno que nunca ha nacido de nuevo, lo cual delata su oscura procedencia. La energía natural tiene un origen terreno, por lo cual no puede servir en la obra de Dios, que es espiritual. Cuando funcionamos con la energía natural no hay fruto espiritual.

Si un orador nato es sometido al rigor de la obra de Dios no sentirá la necesidad de aferrarse a Dios, porque confiará en sus habilidades naturales. En tal caso, su obra será natural y no espiritual, y el origen de ella será su alma.

Todo lo que podemos hacer sin una absoluta dependencia de Dios no es de fiar. Todo lo que podemos hacer sin orar es un “fuego extraño” para Dios.

El toque de la Cruz

Pero ¿acaso no nos ha dado Dios ciertos talentos? ¿No nos ha dotado naturalmente de ciertas habilidades? ¿No son ellos acaso usados por Dios?

Por supuesto, el poseer talentos naturales no son un obstáculo para servir a Dios; al contrario, ellos pueden servir, y de hecho sirven, pero no sin antes experimentar el toque de muerte de la Cruz, para experimentar también el poder de la vida de resurrección de Cristo.

Para quienes poseen muchos dones naturales es difícil aceptar que ellos no le sirven a Dios, a menos que pasen por la Cruz.

Ellos han sido durante toda su vida elogiados, de modo que no es fácil reconocer que algo está mal allí. Ellos piensan que pueden hacer muchas cosas para Dios. Sin embargo, cuando los ojos son alumbrados por el Espíritu, se ve su verdadera naturaleza, y su inutilidad.

El Señor dijo: “Separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5), pero nosotros estamos muy confiados en que podemos hacer más de alguna cosa sin Él. Nuestro problema es, entonces, cómo detenernos, para no seguir haciendo cosas inútiles para Dios. Estamos dispuestos a ir muy lejos en nuestro afán de hacer cosas para Dios, sin buscar su voluntad y sin renunciar a lo nuestro.

El Señor también dijo: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada” (Mateo 15:13), lo cual significa que lo que procede de carne y sangre será desarraigado. Todo lo que se origina en nosotros es carne y la carne jamás se convertirá en espíritu. El origen determina su destino.

La revelación

Cuando comenzamos a caminar más estrechamente con Cristo surgirán muchas dudas acerca de si lo que estamos haciendo procede de Dios o es meramente humano; si nuestro servicio se inició en Dios o en nosotros.

Para saber qué cosas proceden de la energía natural del hombre, y qué cosas proceden del Espíritu de Dios es necesaria la revelación. No sabremos diferenciar una cosa de otra por el ejercicio de nuestra mente o por nuestra introspección.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón” – decía el salmista (139:23). Esto es obra de Dios. Luego de examinarnos, Él nos permite arribar también a este conocimiento de nosotros mismos: “En tu luz veremos la luz” (Salmos 36:9).

Cuando tal cosa ocurre, nos sorprendemos mucho, porque vemos más allá de lo superficial que estábamos acostumbrados a ver. Nos damos cuenta que lo nuestro es oscuro, defectuoso y enteramente aborrecible. Probablemente nos sintamos muy abatidos, y no queramos continuar haciendo lo que hacíamos “para Dios”.

Es por la luz de Dios que alcanzamos este conocimiento, no por nosotros mismos. En la luz de Dios vemos lo que verdaderamente hay en nuestros corazones.

La Palabra

La Palabra de Dios cumple en todo esto un papel fundamental. “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (Salmo 119:130). “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:12-13).

Es la Palabra de Dios la que descubre nuestro corazón y deja al desnudo nuestras intenciones –no tan buenas como pensábamos–, aún en lo que respecta a la obra de Dios. Muchas de ellas son mezquinas, vanagloriosas y ególatras, y tal cosa no puede agradar a Dios.

Cuando oímos a Dios –sea por la Palabra sagrada, por un libro o por una exposición oral– somos aclarados en algún punto; la luz se hace, y podemos ver cuán impuros son nuestros móviles (motivaciones), y cuán mezclada es nuestra obra.

Por la luz de Dios somos llevados anticipadamente a ver cuál es la consistencia de lo que hacemos para Dios (¿Madera, heno, hojarasca? ¿Oro, plata, piedras preciosas?), y cuál sería su fin si tuviésemos que dar cuenta ahora de ello.

Cuando la Palabra es recibida con un corazón contrito y humillado, produce este efecto discriminador y purificador. Por un lado discierne lo que es de la carne y lo que es del espíritu; por otro, nos limpia de la mezcla que ella misma revela. En la medida que este proceso se repite una y otra vez, y en la medida que le abrimos paso a la luz de Dios, la luz aumentará, y seremos más y más purificados de lo nuestro.

Una sola condición

Para recibir la bendición de esta obra divina en nuestro corazón se requiere una sola condición: abrirnos a ella. Si tenemos algunas áreas clausuradas, restringidas sólo para nosotros, no podrá Dios alumbrarnos en ellas.

Hay quienes cierran su corazón cuando presienten que se acerca el día de una gran pérdida; o cuando presienten que algo de su corazón va a quedar en falta delante de Dios. Hay quienes se esconden de la luz divina cuando intuyen que tendrán que cambiar el rumbo de su obra. Hay quienes se niegan a la luz para no sentirse desnudos ante ella.

A los tales Dios no los alumbrará. Su pérdida no ocurrirá hoy, pero indefectiblemente ocurrirá mañana, en el tribunal de Cristo.

Hay mucha obra inútil realizándose hoy en el mundo cristiano. Hay mucho que procede de un origen carnal, y que no tiene ningún peso espiritual. El fiel de la balanza del santuario no se mueve siquiera cuando alguna de esas obras son puestas en ella.

Por eso nos conviene hoy acercarnos a Dios y decirle que queremos proceder con sabiduría, que queremos recibir su luz para conocer las cosas como Él las conoce, y discernir espiritualmente la obra que realizamos. Nos conviene acercarnos y decirle que preferimos llevarnos una mala sorpresa hoy –cuando hay tiempo para enmendar– en vez que una mala sorpresa mañana cuando ya no habrá oportunidad. Nos conviene venir y decirle a nuestro Dios que aunque nos duela, queremos dejar de servirle con nuestra energía natural y aprender a servirle en el Espíritu.

¡Oh, si procediésemos así, veríamos que algunas cosas comienzan a suceder! Algunas de ellas no nos serían gratas. Tal vez algunos terremotos comiencen a sentirse, y mucho de lo que hemos levantado con la fuerza de nuestro brazo caiga, pero la ganancia que habrá al final de este camino será muchísimo mayor que todo lo que habremos perdido.

¡Que el Señor nos ayude para aceptarlo y seguir este camino, el único de la fructificación espiritual!

***


¿Cómo un hombre puede llegar a hablar las palabras de Dios? ¿Será por su conocimiento de la teología, por sus dotes intelectuales, por su elocuencia, o bien por la aplicación de la cruz? Pablo nos da una certera enseñanza al respecto, y nos dice que es por el Espíritu y por el poder de Dios, cuando el alma está debidamente restringida por la cruz.

La sabiduría humana v/s el poder de Dios

El apóstol Pablo nos entrega una extraordinaria descripción del alto ministerio al que Dios ha llamado a todos aquellos que ministran su palabra. Al respecto, en 1Co. 2:13 nos dice que debemos hablar “no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con la que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual”. Este es un asunto muy importante; una lección que todos necesitamos aprender si lo que buscamos es ser ministros útiles en la edificación de la casa de Dios.

Nuestras palabras no pueden ser de cualquier clase, ni tener su origen en nuestras propias ideas o conceptos, sino en el Espíritu de Dios. No obstante, para que esto sea posible, se requiere en nosotros la obra trans-formadora de la cruz. A continuación intentaremos profundizar un poco más en este asunto.

El poder de Dios

Muchos hombres están, por naturaleza, llenos de recursos y habilidades. Nos impresionamos fácilmente con esta clase de hombres, creyendo que sus grandes capacidades intelectuales y expresivas los convierten en las personas más adecuadas para desempeñar el ministerio de la palabra en la iglesia. Pero esta concepción tiene su origen en un profundo desconocimiento de la naturaleza humana y de los caminos de Dios en sus tratos con ella. El apóstol Pablo nos habla de esto en los primeros capítulos de su primera carta a los corintios.

La ciudad de Corinto estaba situada en el corazón de la antigua Grecia, cuna de la filosofía y el pensamiento occidentales. Debido a su cultura griega, los corintios tenían en alta estima las habilidades intelectuales y oratorias. Pablo resume dicha actitud con la expresión: “los griegos buscan sabiduría” (1Co. 1:22); y a continuación les muestra el notable contraste que existe entre la sabiduría humana y la sabiduría que viene de Dios. La piedra de toque que las separa con un abismo infranqueable, les explica, es la cruz de Cristo.

Las palabras enseñadas por la sabiduría humana son débiles, vacías y carentes de poder alguno. Las palabras que enseña el Espíritu están llenas de vida y poder. Edifican, liberan, transforman y convencen más allá de los argumentos y la elocuencia expresiva. Son palabras que nacen de la cruz. No están, por lo mismo, hechas de profundos pensamientos, brillantes ideas y vastas concepciones humanas. Por el contrario, han surgido en medio de la debilidad, la incompetencia, y el temblor del hombre que las comunica. Aún más, es precisamente la incompetencia de dicho instrumento lo que permite la manifestación del poder de Dios. Esta es la paradoja que encierra el ministerio de la Palabra.

Arribamos así a un importante principio: antes de confiar sus palabras a un hombre, Dios lo prepara por medio de la obra quebrantadora de la Cruz. Pues un hombre que no ha experimentado dicha obra no está capacitado para recibir las palabras de Dios.

La operación de la cruz

Hemos dicho que un hombre necesita experimentar primero la obra de la cruz antes de ser aprobado para que se le confíen las palabras de Dios. Mas, ¿por qué es necesaria dicha obra? Para responder a esta pregunta necesitamos considerar más a fondo la naturaleza humana y la clase de obra que Dios desea hacer en ella.

En todos los hijos de Dios, renacidos del Espíritu, se encuentran operando, simultáneamente, dos clases de vida: la humana y la divina. La vida humana tiene su origen en el alma, mientras que la vida divina tiene su asiento en el espíritu. El alma es, entre otras cosas, el asiento de la mente, la voluntad y las emociones. Por otra parte, el espíritu es una cámara profunda y secreta, más íntima que el alma, creada para ser la morada de Dios en el hombre. El espíritu, a diferencia del alma, no tiene vida y operación propias aparte de la operación de la vida divina en él.

Debido a la caída, el espíritu humano murió y la raza humana perdió su capacidad para tener comunión con Dios, conocerle y vivir bajo el gobierno de su vida. A continuación, el alma creció y se expandió hasta convertirse el poder que sustenta toda la existencia humana. Así el hombre comenzó a vivir por medio de su alma.

Del alma caída y su esfuerzo proceden toda la sabiduría, el conocimiento, las obras y la cultura que los hombres han producido en el devenir de los siglos. Sin embargo, Dios se encuentra completamente ausente de toda esa actividad sin destino, pues nada de lo que el alma produzca a partir de su propia habilidad o energía tiene valor espiritual. Todo su esfuerzo lleva la marca de la futilidad y la muerte. El alma es incapaz de producir por sí misma un solo gramo de vida espiritual.

Por ello, se hace necesaria la cruz. Pues, en sus tratos con el hombre, la meta de Dios no es destruir el alma sino salvarla y convertirla en un instrumento útil en sus manos. Mas, para ello necesita quebrantarla y debilitarla de manera radical. Y llamamos a esta obra por la que Dios quebranta y debilita nuestra alma para convertirla en un siervo humilde y sumiso del espíritu, la operación subjetiva de la cruz.

Progresivamente, por medio de dolorosas y difíciles circunstancias, él va debilitando nuestra autoconfianza, seguridad, capacidad y actividad natural. Sin cesar, hasta que la espina dorsal de nuestra vida anímica se quiebra de manera definitiva. Antes de que esto ocurra, estamos llenos de opiniones, iniciativas, y sabemos qué decir en cada situación y a cada uno. Nos atrevemos a opinar libremente sobre casi cualquier asunto de la vida de la iglesia y la obra de Dios, confiados en nuestros estudios, lecturas y profundos razonamientos teológicos. Citamos con toda facilidad capítulos y versículos para apoyar nuestros puntos de vista, y somos muy coherentes y lógicos a la hora de exponer o predicar lo que llamamos “la palabra de Dios”. Somos fuertes, convincentes, enfáticos y decididos en lo que creemos y predicamos.

Sin embargo, toda esta actividad tan segura y confiada en sí misma, se encuentra muy lejos de la clase de ministerio que Dios aprueba. Que no se nos malentienda. No estamos abogando aquí en contra del estudio de la Biblia, el pensamiento teológico ni la preparación. Más bien, estamos enfatizando que nuestra confianza y ministerio no pueden estar basados sobre este tipo de cosas, ni sobre ninguna otra clase de capacidad o fortaleza meramente natural.

Tristemente, debido a nuestro fatal desconocimiento de la cruz, mucha de nuestra obra y servicio carecen de verdadera profundidad espiritual. Y, aunque exteriormente tenemos resultados concretos y visibles, nuestro corazón se siente frustrado e insatisfecho con lo que hacemos. Leonard Ravenhill dijo poco antes de morir: “La gente dice que la iglesia esta creciendo y extendiéndose. Sí, ahora tiene diez millas de ancho, y aproximadamente un cuarto de pulgada de profundidad”. 1

Quienes conocen la obra de la cruz, han aprendido a no confiar en sus palabras, conocimientos y elocuencia para predicar y exponer sobre doctrinas y verdades bíblicas. Por el contrario, han descubierto, a través de sucesivas experiencias de fracaso y quebrantamiento, cuán inútiles pueden resultar las palabras y la sabiduría meramente humanas en la obra de Dios. Al igual que Pablo, se paran delante de los hombres para hablar con mucha debilidad, temor y temblor. Temor de hablar y exponer algo que no proceda del Espíritu de Dios. Y aún mientras hablan tiemblan ante la idea de que su propia carne se introduzca en lo que están diciendo.

La senda de la Cruz

Todos lo hijos de Dios necesitan experimentar la obra subjetiva de la Cruz. Tras su operación, el alma, debilitada, entumecida e impotente, es constreñida a apoyarse en el espíritu y depender exclusivamente de él para su actividad. Entonces, y sólo entonces, recibe la facultad de aprender las palabras que enseña el Espíritu allí en la secreta cámara desde donde se nos comunica la vida divina.

Ahora bien, la obra subjetiva de la cruz, nos introduce en una senda nueva y distinta a toda nuestra experiencia anterior. Una senda estrecha, de limitación y muerte para la carne. De esta manera llegamos a conocer el verdadero poder de Dios. Aprendemos, como Pablo, que, para la manifestación de la vida divina en nuestro cuerpo mortal, necesitamos vivir siempre entregados a muerte, vale decir, a la operación diaria de la cruz sobre nuestra vida natural. “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”.

Esta es la senda que produce verdadero fruto espiritual para Dios. En tanto la cruz mantenga su marca y presión sobre nuestra vida natural, la vida divina podrá fluir desde el espíritu, pasar a través del alma y tocar a otros con el poder de Dios. Por esta causa, nos dice el apóstol, nos entregamos voluntariamente a morir cada día por causa de Jesús. Pero entonces, al acumularse sobre nosotros aflicción sobre aflicción y debilidad tras debilidad, de una manera maravillosa e inexplicable encontramos que, mientras hablamos, otros son tocados por el poder de una vida que está más allá de toda nuestra capacidad y habilidad para “hacer la obra de Dios”. La diferencia es, por cierto, incalculable.

“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado –dijo el Señor– son espíritu y son vida”. Es decir, se trata de palabras que no tenían origen en la actividad especulativa de una mente preclara, una aguda inteligencia o un amplio conocimiento de la Biblia y sus doctrinas. Brotaban, por el contrario, de una vida interior de perfecta comunión y dependencia del Padre Celestial. “Y conoceréis –nos dijo también– que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo”.

Que el Señor, en su gracia inagotable, nos conduzca a conocer y experimentar la operación interior de la cruz sobre nuestra energía natural, y nos convierta así en verdaderos ministros de su palabra.

“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1Co.2:4-5).

(Rodrigo Abarca)





sábado, 22 de enero de 2011

¿UN NACIDO DE NUEVO EN LA GEHENNA? !SI!

a. Antes de presentar la ofrenda a Dios uno debe reconciliarse con el hermano

Los versículos 23 y 24  (Mt 5:21-26) dicen: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. El sacrificio, como el sacrificio por el pecado, se hace para expiar el pecado, mientras que una ofrenda se presenta para tener comunión con Dios. El altar mencionado en el versículo 23 era un mueble (Ex. 27:1-8) que estaba en el atrio del templo (1 R. 8:64). En este altar eran ofrecidos todos los sacrificios y ofrendas (Lv. 1:9, 12, 17). El Rey, al promulgar la nueva ley del reino, se refiere aquí a la ofrenda y al altar de la antigua dispensación porque, durante Su ministerio en la tierra, un período de transición, la ley ritual de la antigua dispensación todavía no se había terminado. En los cuatro Evangelios, antes de la muerte y resurrección del Señor, El trataba a Sus discípulos como a judíos conforme a la ley antigua en los asuntos relacionados con las circunstancias exteriores; mientras que en asuntos referentes al espíritu y a la vida, los consideraba creyentes, quienes constituían la iglesia, conforme a la economía neotestamentaria.

Las palabras “algo contra ti” en el versículo 23 deben referirse a una ofensa causada por el enojo o reprimenda del versículo 22. Según el versículo 24, primero debemos reconciliarnos con nuestro hermano para que ya no quede recuerdo de la ofensa y nuestra conciencia esté libre de ofensa. Luego podemos acercarnos con nuestra ofrenda al Señor y tener comunión con El, con una conciencia pura. El Rey del reino nunca permitirá que dos hermanos que no se hayan reconciliado participen de la realidad del reino ni reinen en su manifestación. Si usted, al hacer contacto con el Señor, siente que un hermano o una hermana tiene motivo para quejarse de usted, debe interrumpir su comunión con el Señor e ir a este individuo para reconciliarse con él. Luego, podrá regresar y seguir teniendo comunión con el Señor. Aunque ésta es una cosa pequeña, no es fácil hacerla. Sin embargo, debemos hacerla.

b. Antes de morirse, antes de que se muera el opositor o antes de que regrese el Señor

Los versículos 25 y 26 dicen: “Ponte a buenas con tu adversario cuanto antes, mientras estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo: De ningún modo saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante”. Necesitamos ponernos a buenas con nuestro adversario cuanto antes, no sea que nos muramos, nuestro adversario se muera, o el Señor regrese, porque en tal caso no habrá oportunidad para que seamos reconciliados con nuestro oponente. Las palabras “en el camino” significan “mientras estamos en esta vida”. El asunto de ser entregados al juez, al alguacil, y echado en la cárcel se llevará a cabo en el tribunal de Cristo cuando El regrese (2 Co. 5:10; Ro. 14:10). El juez será el Señor, el alguacil será el ángel, y la cárcel será el lugar de disciplina. Salir de allí, es decir, salir de la cárcel, se refiere a ser perdonado en la edad venidera, el milenio.

Un cuadrante romano era una pequeña moneda de bronce, equivalente a la cuarta parte de un asarion, el cual equivalía a un centavo, lo cual da a entender que debemos resolver aun el asunto más insignificante. Así se ve lo estricta que es la nueva ley.

Debemos reconciliarnos con nuestro adversario antes de morirnos, antes de que el se muera o antes de que el Señor regrese. Si no resolvemos el asunto ahora, tendremos que hacerlo en la edad venidera. No esperemos la era venidera, porque en ese entonces la solución del asunto nos costará más. Debemos resolver todos los problemas ahora, antes de morirnos o antes de que nuestro adversario se muera. Mientras que ambos están vivos, tenemos la oportunidad de reconciliarnos. Además, si esperamos, el Señor podría regresar antes de que nos reconciliemos. Por un lado, el regreso del Señor será maravilloso. Por otro, será algo muy serio, porque cerrará la oportunidad para resolver los problemas en esta edad y nos obligará a resolverlos en la edad venidera. Por lo tanto, es mucho mejor solucionar todos los problemas antes de la edad venidera. Esto significa que debemos resolver cada problema antes de morirnos, antes de que la otra persona se muera, o antes de que el Señor regrese.

E. Con respecto al adulterio

1. La vieja ley: no cometer adulterio

El versículo 27 dice: “Oísteis que fue dicho: ‘No cometerás adulterio’”. Esta es la vieja ley, el mandamiento acerca de no cometer adulterio (Ex. 20:14; Dt. 5:18).

2. La nueva ley que complementa: no mirar para codiciar

La nueva ley, la cual complementa a la vieja, se encuentra en el versículo 28, donde dice con respecto al adulterio: “Pero Yo os digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. La ley de la antigua dispensación se dirige al problema del acto externo de adulterio, mientras que la nueva ley del reino se dirige a la motivación interior del corazón.

a. La gravedad de este pecado en relación con el reino

Debemos considerar la gravedad de este pecado en relación con el reino. Lo dicho por el Señor en los versículos 29 y 30 nos muestra la seriedad de este pecado. Estos hablan de sacar nuestro ojo y echarlo de nosotros y de cortar nuestra mano y echarla de nosotros. En los dos versículos el Señor dijo: “Más provechoso te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado en la Gehena”. Sin embargo, no debemos observar esto literalmente; sólo se puede llevar a cabo espiritualmente, como se revela en Romanos 8:13 y Colosenses 3:5. Conozco los casos de algunos que aplicaron esta palabra de manera literal. Uno de los casos tenía que ver con un jugador de azar que realmente se cortó la mano después de leer esta porción de la Palabra. Con el tiempo, él descubrió que, con la mano cortada, todavía tenía por dentro una mano interior que deseaba el juego de azar. Aprendió que no le sirvió el cortarse la mano, porque el problema era su mano interior. Aunque esta palabra no debe tomarse literalmente, revela lo serio que es este pecado.

Conforme a lo que dijo el Señor en los versículos 29 y 30, es posible que una persona salva sea echada en la Gehena. Esto significa que es posible que aun los salvos sean perjudicados por la segunda muerte. En Apocalipsis 2:11 el Señor Jesús dijo: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venza, no sufrirá ningún daño de la segunda muerte”. Como hemos indicado, la Gehena es un símbolo del lago de fuego, el cual constituye la segunda muerte (Ap. 20:15). Lo dicho por el Señor en Apocalipsis 2:11 indica que es posible que los creyentes sufran daño de la segunda muerte. Su palabra en Apocalipsis 2:11 corresponde a lo que dice en Mateo 5:29 y 30. Si usted, siendo persona salva, no toma en serio esta clase de pecado y no se guarda de ello ante el Señor, algún día sufrirá daño de la segunda muerte. Según lo que el Señor Jesús dice en este versículo, usted será echado a la Gehena. Esto no significa que perecerá, sino que será disciplinado. Además, la Gehena de fuego no alude al purgatorio del catolicismo. Sin embargo, esta palabra acerca de la Gehena le advierte a uno de que si no toma en serio este pecado y no lo resuelve hoy en día, cuando el Señor Jesús regrese, El le juzgará. (Véase el Estudio-vida de Apocalipsis, mensaje once, págs. 136-138 para leer algo más acerca del daño que uno puede sufrir de la segunda muerte: http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%2F5%5F5%2A%20%20%20%0A).

Hemos visto que las tres clases de juicio mencionadas en Mateo 5:22 se refieren al juicio que Cristo ejecuta en Su tribunal. Este juicio no tiene nada que ver con los que no son salvos, quienes serán juzgados en el gran trono blanco después del milenio (Ap. 20:12, 15). Ninguna persona no salva tendrá los requisitos para poder presentarse ante el tribunal de Cristo cuando El venga. Todos los que se presenten ante este juicio serán los que hayan sido salvos. Los creyentes serán juzgados allí, no con respecto a la salvación y la perdición, sino a la recompensa y el castigo.

Las palabras que el Señor habló en referencia al juicio y a ser echado en la Gehena de fuego son muy serias. Deben de provocar en nosotros una actitud muy sobria y también deben de guardarnos de una actitud relajada con respecto a esta clase de pecado. Nunca debemos considerar este pecado como algo insignificante. La situación actual en cuanto a la fornicación es deplorable. Nunca debemos descuidarnos en cuanto a ésta. Las propias palabras del Señor nos muestran cuán serio es este asunto. Debemos ser sobrios y confrontarlo de manera muy seria. No obstante, no tratamos a los miembros de nuestro cuerpo de manera literal. Al contrario, debemos hacer morir nuestros miembros pecaminosos por la cruz de Cristo. Según se revela en Romanos 8:13, debemos por el Espíritu “hacer morir los hábitos del cuerpo”, y como dice Colosenses 3:5, debemos aplicar la muerte a nuestros “miembros terrenales”. Esta es la manera correcta de tratar nuestros miembros pecaminosos.

b. Quitar el motivo de tal pecado a toda costa

Mateo 5:29 y 30 también indican que debemos quitar el motivo de esta clase de pecado a toda costa. La intención del Señor en este versículo es llevarnos a la sobriedad para que quitemos no sólo la acción, sino también el motivo de esta clase de pecado. Si no lo hacemos, El nos pondrá en la Gehena de fuego cuando regrese. Esta es una palabra muy seria.

Del mensaje 18:

UNA ADVERTENCIA CON RESPECTO AL JUICIO DE LOS CREYENTES

Semana tras semana muchos son embotados por las enseñanzas del cristianismo, las cuales ni advierten a los cristianos ni les dicen la verdad. Pocos reciben la advertencia de que el enojo y el menosprecio o condenación a otros les causará muchos problemas, así como la entrega a sus lujurias. Aún por menospreciar en algo a nuestro hermano, seremos reos de juicio (5:22). Esto no significa que pereceremos. No, una persona salva nunca perecerá, y nadie que está perdido tendrá los requisitos para presentarse ante el tribunal de Cristo. Sólo los que han sido salvos según el principio de la fe, estarán capacitados para estar allí. Pero no pensemos que es imposible que usted tenga un problema ante el tribunal de Cristo. Tal vez diga al Señor: “Nunca robé un banco ni asesiné a nadie”. Pero el mero acto de perder la paciencia podría traerle a usted condenación.

En Mateo 5:22 el juicio de los creyentes en el tribunal de Cristo se describe con tres clases de juicio según la historia del pueblo judío: el juicio en la puerta de la ciudad, el juicio ante el sanedrín y el juicio de la Gehena de fuego. Estos tres niveles de juicio se refieren a un solo juicio: el del tribunal de Cristo. Nosotros los cristianos, quienes hemos sido salvos conforme al principio de la fe, no seremos juzgados en el trono blanco mencionado en Apocalipsis 20. Al contrario, seremos juzgados en el tribunal de Cristo mil años antes del juicio en el trono blanco. El juicio que se ejecuta en el gran trono blanco será para los incrédulos y tendrá que ver con su perdición eterna. Pero el juicio ejecutado en el tribunal de Cristo será para los creyentes y tratará sobre si recibirán un galardón o un castigo.

Aunque muchos de ustedes estuvieron en el cristianismo por muchos años, probablemente nunca oyeron un mensaje tan serio. ¿Acaso oyó usted un sermón en el cual se le dijo que, aunque usted es salvo por la fe mediante la gracia, es necesario que viva conforme a una norma moral más elevada que la que se requiere bajo la ley antigua? ¿Acaso le dijeron a usted que debe vivir una vida en la que nunca se enoje ni mire a una mujer para codiciarla? La ley superior, la del reino de los cielos, no sólo toca los actos externos, sino también los motivos internos. ¡Cuán alta es la norma de esta ley! La advertencia dada por el Señor con respecto a la norma de esta ley es seria. Incluso habla de ser echado en la Gehena de fuego. Vuelvo a decir que esto no significa que los creyentes perecerán. El pobre cristianismo sólo dice a los hombres que van a ir a los cielos o al infierno. Pero la Biblia afirma claramente que después de haber sido salvos conforme al principio de la fe, debemos cumplir todos los requisitos de la nueva ley. La ley ya no es el principio según el cual somos salvos, pero sí es la norma de moralidad que debemos satisfacer. El principio de la ley fue abolido, pero la moralidad que los mandamientos de la ley requieren permanece y ha sido elevada. No debemos pensar que no es necesario ocuparnos de la moralidad porque no somos salvos por la ley. Este es un concepto completamente erróneo. El punto crítico de la promulgación del Señor con respecto a la ley es que no necesitamos guardar la ley para poder ser salvos, pero sí es necesario que mantengamos una norma de moralidad mucho más elevada que la norma de la ley antigua después de ser salvos por la fe.

OBLIGADOS A PERMANECER CON CRISTO

Después de escuchar todo esto, es posible que usted diga que no puede cumplir con ello. Es bueno decir que no podemos hacerlo, porque es necesario que Cristo entre en nosotros. Aquel que plenamente satisfizo la ley y que murió por nosotros ha entrado en nosotros en resurrección para ser nuestra vida. La advertencia que el Señor da en Mateo 5 debe obligarnos a permanecer con Cristo. Debemos vivir diariamente con temor y temblor. Debemos decir: “Tengo que quedarme muy cerca al Cristo resucitado. Debo ser uno con El. Necesito confiar en El y depender de El. Debido a que la norma de moralidad del reino de los cielos es demasiado alta para que yo la satisfaga, tengo que permanecer con el Señor. Tan sólo por enojarme con mi hermano, podría quemarme en el fuego”. ¡Cuán serio es esto!

Cuando algunos maestros cristianos oigan esto, tal vez dirán: “Es herético enseñar que los salvos se quemarán en el fuego”. Vuelva a leer Mateo 5. Las palabras de este capítulo no fueron dirigidas a los incrédulos, sino a los discípulos, los salvos, los hijos de Dios. Si ellos no refrenan su enojo, serán echados en la Gehena de fuego. Quizás algunos dirían: “Esta es la Gehena de fuego y no el lago de fuego”. No discutamos acerca de cuál fuego es, porque aun el fuego más pequeño puede causarnos mucho sufrimiento. Cada domingo, muchísimos cristianos se llenan de las enseñanzas azucaradas. Nunca han oído la palabra de cordura hallada en Mateo 5. Agradecemos al Señor por Su misericordia y Su gracia y por la fe que nos dio mediante la cual somos salvos. ¡Cuán maravilloso es ser salvo por la fe! Pero como personas salvas, debemos escuchar lo seria que es la palabra de advertencia! Incluso el enojo para con nuestro hermano puede llevarnos a ser quemados en la Gehena de fuego.

El pensamiento de ser quemado por fuego se halla tanto en 1 Corintios 3 como en Hebreos 6. En 1 Corintios 3:15 dice: “Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”. Aunque éste será salvo, lo será pasado por fuego. Hebreos 6:7 y 8 dicen: “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos para los cuales es labrada, participa de la bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada”. En estos versículos los creyentes son comparados con la tierra, la cual tiene la capacidad de producir hierba aprobada por Dios o espinos y abrojos que serán quemados. ¡Cuán terrible sería pasar por tal fuego! Más aún, en Apocalipsis 2:11 el Señor dijo: “El que venza, no sufrirá ningún daño de la segunda muerte”. Con esta palabra se da a entender que los cristianos derrotados sufrirán daño de la segunda muerte, el lago de fuego (Ap. 20:15). Sufrir daño de la segunda muerte equivale a ser tocado por el lago de fuego. Ciertamente ninguno de nosotros quiere que el lago de fuego le toque.

EL CASTIGO LIMITADO A LA DISPENSACION

La idea de que los creyentes sean juzgados y posiblemente sufran daño por el fuego no es compartido por el calvinismo ni por el arminianismo. Según el calvinismo, una vez que seamos salvos, así seremos para siempre, y no habrá ningún otro problema. En cierto sentido esto está correcto, pues una vez que somos salvos, lo somos eternamente. Sin embargo, no debemos decir que no habrá otros problemas. Existe la posibilidad de ser quemados en el fuego. Según el arminianismo, algunos pueden ser salvos por la mañana y perder su salvación en la noche. Su salvación sube y baja como un ascensor. Ni el calvinismo ni el arminianismo concuerda con la palabra pura de la Biblia. La Biblia revela que somos salvos por la eternidad; pero después de ser salvos, necesitamos vencer toda cosa pecaminosa. Si no, recibiremos disciplina, castigo. Si usted no se arrepiente confesando su pecado, sino que se queda en el adulterio, en la era venidera será echado en el fuego y quemado, no como perdición eterna, sino como un castigo limitado a la dispensación.

HUIR DE NUESTRO MAL GENIO Y DE NUESTRA LUJURIA

La edad en que vivimos es una edad de fornicación y de adulterio. Todos los países están llenos de inmoralidad. Muchísimos han sido embotados por el “ajo” y han perdido su capacidad para sentir lo pecaminoso que es. ¡Que esto nos haga sobrios! Tenemos que apartarnos y guardarnos de esta tendencia. Nada ofende más a Dios que la fornicación, la cual perjudica al hombre que El creó a Su imagen. Todos debemos huir de nuestro mal genio y de nuestra lujuria. ¡Huya de su mal genio! ¡Huya de su lujuria! No es cosa insignificante que nos enojemos o que nos entreguemos a la lujuria. Entregarnos a estas cosas podría hacer que seamos quemados. Así que, necesitamos prestar atención a esta palabra de cordura, la cual nos obligará a estar cerca de Cristo. Necesitamos orar: “Señor, tengo el mal genio y la lujuria dentro de mí. Pero, Señor, te doy las gracias porque Tú estás en mi espíritu. Señor, no quiero permanecer en mi lujuria física, ni en mi enojo psicológico. Quiero permanecer en mi espíritu junto a Ti, querido Señor Jesús”. Aquí tenemos nuestra salvación, nuestro rescate, nuestra santidad: día y noche tenemos que permanecer con el Señor Jesús en nuestro espíritu, acudiendo a El, haciendo contacto con El y confiando en El.

El mal genio, un problema para todos los cristianos, es como una ardilla terrestre: está escondido, es sutil y prevaleciente. Todos debemos estar alerta al respecto. La lujuria también es un gran problema. Siento decir que aún entre los santos ha habido varios casos de fornicación. ¡Qué vergüenza es ésta! Entre los santos nada es más vergonzoso que la fornicación o el adulterio. Esto perjudica a las personas que Dios creó, daña la vida de iglesia y también el testimonio de la iglesia. El apóstol Pablo nos advirtió una y otra vez que ningún fornicario tendrá parte en el reino de Dios (1 Co. 6:9-10; Gá. 5:19-21; Ef. 5:5). Los creyentes que cometen adulterio o fornicación están acabados con respecto al reino de los cielos. El pueblo del reino debe tener el nivel más alto de justicia. No se enoje ni mire a una mujer para codiciarla. ¡Tenga cuidado! Necesita considerar estos asuntos con toda seriedad y terminar con su raíz. Esta palabra no es una amenaza, sino una advertencia que nos obliga a permanecer cerca de Cristo.

Gracias al Señor porque tenemos el Evangelio de Mateo así como el Evangelio de Juan. Necesitamos confiar en la vida revelada en el Evangelio de Juan. ¡Aleluya, tenemos esta vida! Es la vida de resurrección, la vida vencedora. Cristo ya venció y ahora, en resurrección, El vive en nosotros. Esta es la vida por la cual satisfacemos los requisitos más altos del reino de los cielos.


( Tomado del ESTUDIO VIDA DE MATEO, Mensajes 17-18: "La promulgación de la Constitución del Reino; por WITNESS LEE. http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%2F5%5F4%2AP%20%20%0A;)

LA BIBLIA Y EL AÑO 2012. Dtor. Armando Alducín.

lunes, 17 de enero de 2011

¿NO SABES QUE HACER?, A, Wilson y A. B. Simpson



Salmos 107: 27-28
Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
Entonces claman a Yahweh en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.

(Un poquito más de "Manantiales en el Desierto" para los que estén angustiados, cargados y trabajados)

¿Estás turbado porque has agotado todos tus recursos y no sabes salir de tu situación? ¿Estás pensando en las dificultades que te esperan y en las que sobrellevas? ¿Parece que todo el mundo está contra ti y que tu estás solo en la batalla? Recuerda que CUANDO TODO SE HA PERDIDO, es cuando Dios muestra Su poder.

¿Estás SIN SABER LO QUE HACER, cegado por el dolor que sobrellevas, sintiendo que no puedes soportarlo; combatido por el constante sufrimiento, inquieto, desasosegado, entorpecido? Recuerda que cuando estás SIN SABER LO QUE HACER, entonces es cuando a Jesús le complace venir y obrar.

¿NO SABES LO QUE HACER? ¿Ha aumentado tu trabajo y todo lo que has empezado lo tienes sin terminar? ¿Estás oprimido por esto en tu mente y en tu corazón y anhelando tener la fortaleza suficiente para hacerlo? ¿Tiendes a otros tu mano temblorosa pidiendo que te saquen de esta situación? Recuerda que CUANDO UNO NO SABE LO QUE HACER, entonces El que llevó el peso del pecado del mundo está allí para ayudarte.

¿NO SABES LO QUE HACER? si esta es tu posición, no tienes nada que temer, porque es entonces precisamente cuando puedes aprender los recursos admirables de Aquel que nunca abandona. No dudes que muy pronto Sus pisadas han de dirigirte a un camino más esplendoroso. Pero ten en cuenta que solamente cuando hemos agotado nuestro recursos y nos encontramos SIN SABER QUE HACER, entonces es cuando podemos conocer y probar al Dios omnipotente.

A. Wilson.



Debemos estar preparados para esperar el tiempo que Él ha escogido. Dios tiene ciertos periodos de tiempo preparados. No es a nosotros a quienes incumbe conocerlos. Lo que debemos hacer es esperar que lleguen.

Parece que las promesas de Dios esperan que seamos oprimidos por la pena, para extraer su riquísimo jugo, como en un lagar. Sólo aquellos que han experimentado el dolor pueden conocer la ternura del Varón de Dolores.

Aunque careces de luz y estás rodeado de dificultades, ten presente que esto ha sido sabiamente ordenado para ti.

No te muevas y detén tu inquieto trabajo, hasta que Él empiece a obrar. NO HAGAS NADA que Él mismo no te mande. Dale una oportunidad para que obre y Él lo hará con toda certeza. Las mismas pruebas que amenazan derribarte con desaliento y desastre, serán la oportunidad que Dios usará para revelar Su gloria y Su gracia en tu vida, como jamás lo has experimentado anteriormente.

- A. B. Simpson

ADMINISTRADOR:
A nosotros el Señor nos dio un día esta palabra:

"La respuesta a la pregunta ¿qué tengo que hacer? es: !!!NADA!!!"

sábado, 15 de enero de 2011

NO INQUIETARSE, Devocionales eManá





~~~~~ Versículos de la Biblia ~~~~~

Lucas 12:22-24 Dijo luego a Sus discípulos: Por tanto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves?

Lucas 12:29-31 Vosotros, pues, no busquéis lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni os inquietéis. Porque todas estas cosas buscan con afán las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Buscad, mas bien, Su reino, y estas cosas os serán añadidas.



~~~~~ Palabras del ministerio ~~~~~

Comenzando desde Lucas 12 versículo 22, el Señor les recomendó a los discípulos que no se inquietaran por sus vidas. Puesto que nuestro Padre que está en los cielos cuida de nosotros, no tenemos que inquietarnos por el alimento ni por el vestido.

En 12:31 el Señor dice: “Buscad, más bien, Su reino, y estas cosas os serán añadidas”. Debemos buscar el Reino de Dios, que es en realidad el jubileo neotestamentario. Si buscamos el jubileo, el Padre nos dará alimento y vestido por añadidura. El Señor nos dice que a nuestro Padre le complace darnos el Reino (v.32). Ciertamente, Él nunca se olvidará de nuestras necesidades. El Señor dice claramente: “Vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” (v. 30). Estamos aquí por causa del jubileo, el Reino, y ya que al Padre le complace darnos el Reino, sin duda cuidará de nuestras necesidades materiales. Por lo tanto, no necesitamos preocuparnos ni inquietarnos por ellas.

Algunos de ustedes habrán tenido la idea de servir al Señor con todo su tiempo. Si ustedes sienten una profunda inclinación por servir al Señor con todo su tiempo, les animo a que lo hagan. Sálganse de “la barca” de su trabajo y tírense al agua y vean si “se ahogan”. Mi experiencia fue que después de saltar de la barca, el Señor no dejó que me ahogara. Todos necesitamos ser rescatados de nuestras inquietudes acerca de la vida. No hay necesidad de que nos preocupemos por los alimentos ni por el vestido. La provisión de estas cosas depende de la fidelidad de Dios. Él es fiel, y nosotros debemos recurrir a Él en toda necesidad. (c) 2010 Living Stream Ministry.

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Los versículos del Nuevo Testamento son tomados de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y los versículos del Antiguo Testamento, de la versión Reina Valera 1960. Las "Palabras del ministerio" provienen del Estudio-vida de Lucas, escrito por Witness Lee, capítulo 29. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.

Por favor visítenos en http://www.emanna.com/español

Dirija sus comentarios a: comment.sp@emanna.com

viernes, 14 de enero de 2011

MUJERES Y HOMBRES EUNUCOS POR EL EVANGELIO, Dominiquae Bierman y el Rabino Baruj


Introducción:
También quiero enfatizar que hoy ha sido un día ricamente bendecido por esta nueva confirmación al mensaje de este blog, que se destaca en rojo y letra grande casi al final: EL PASO DEL JORDÁN, LA ACAMPADA EN GILGAL Y LA CIRCUNCISIÓN DE LOS CORAZONES, ANTES DE ENTRAR A CONQUISTAR LA TIERRA PROMETIDA.

También les anticipo que estoy trabajando en la transcripción a este blog de la visión y la interpretación, que dieron lugar al libro: FINISTERRE AL BORDE DEL JORDÁN. Espero que muy pronto puedan conocerlo, aunque sea por capítulos.
¡Gracia y paz en nuestro precioso Señor Jesucristo!



15 de enero 2011

Parasha Beshalaj Shemot (Éxodo) 13: No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni hombre libre, ni hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Shabat shalom amados!

Vamos a tocar el tema de la moralidad tanto en las mujeres como en los hombres.

En primer lugar el Eunuco en las Escrituras se refiere a los hombres y no a las mujeres. También en la historia, los eunucos eran hombres castrados ASEXUALES, por lo general a cargo del "harén de mujeres" o los asuntos de gobierno. Sin embargo las mismas instrucciones de la moral se aplica a las mujeres como a hombres. En este tema vamos a tocar en un terreno común para ambos sexos y en el futuro se centrará en cuestiones que atañen a las mujeres en particular.

Hemos tenido muchas reacciones de interés sobre nuestra carta sobre el MACHO MORAL llamada "Los santísimos eunucos". Algunos incluso me llamaron "farisea" por atreverme a enfrentar el problema. Otros estaban muy emocionados y muy agradecidos de que se llamaran las "cosas por su nombre" y fueron directos a llamar a los hombres a arrepentirse de poner en peligro su nivel de moralidad y sexualidad. Pero agradecemos a Yah que las reacciones fueron en realidad auténticamente favorables. La Palabra nos advierte de no confundir mal por bien, sino definir nuestro caminar en la luz!

¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20)

No hay necesidad de que la Palabra mencione todo lo que está mal, nuestro espíritu en sintonía con el Espíritu Santo debe saber que la pornografía y la masturbación son de las tinieblas, ya que tienen su origen en la lujuria desmesurada. De la misma manera que aunque la Biblia no menciona los cigarrillos o adicción a las drogas, es evidente que se basan en la concupiscencia de la carne. Mientras que el sexo en el contexto del matrimonio es muy bendecido (acabe de leer el Libro de los Cantares de Salomón), pero "la satisfacción de uno mismo" y "el confort del yo" tienen sus raíces en el deseo egoísta, desordenado. ¡La lujuria es un espíritu que puede ser expulsado, pero el arrepentimiento es la clave para LIBERACIÓN! ¡Si pensamos que estamos "bien" MANTENIENDO nuestros lujuriosos "hábitos" A LA VEZ!, entonces nunca podremos obtener GRACIA. ¡La Biblia llama a la maldad ODIO!

El temor de YHVH es aborrecer el mal; El orgullo y la arrogancia, el mal camino
y la boca perversa, yo aborrezco. Proverbios 8:13

Aborrece el mal, tú que amas YHVH, que conserva las almas de sus santos;
Los libra de la mano de los impíos. Salmos 97:10

Aborreced el mal, amad el bien, y establecer la justicia en la puerta! Tal vez YHVH Dios de los ejércitos pueda tener piedad del remanente de José. Amós 5:15

Vamos a comportarnos adecuadamente como de día, no en orgías y borracheras, no en la promiscuidad sexual y la sensualidad, no en contiendas y envidia, sino puestos en el Señor Yeshua el Mesías, y no hacer caso de la carne en lo que respecta a sus deseos. Romanos 13:13, 14

Pero todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne y la concupiscencia de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 1 Juan 2:16

LUJURIA ("TAAVA" hebreo) El intenso deseo o apetito sexual. Ilícito deseo sexual o apetito no controlado; "lecherousness". O el irresistible deseo apasionado o el deseo (por lo general de poder) una lujuria por el poder. Es interesante que en hebreo la palabra para ABOMINACIÓN, "TOEVA" es muy similar a TAAVA. ¡Como para pensarlo!

La libertad sexual no es la verdadera libertad a menos que sea dentro de los límites propuestos por el Todopoderoso, que considera Su creación muy buena y nombró un hombre para una mujer. No designó al hombre o la mujer (Ish-Isha en hebreo) para autosatisfacerse (masturbación), sino más bien para darse uno al otro, entregándose al hacer el amor. ¡Esa es la verdadera libertad!

Por esta razón un hombre (ish) dejará a su padre ya su madre, y se unirá a su mujer (Isha), y serán una sola carne 2:24. Génesis

Si un hombre o una mujer no tiene un cónyuge legal, debe hacerse un "eunuco", que es asexual, como he señalado claramente en mi edición pasada sobre "El santo eunuco". ¡No hay manera de evitarlo, no hay dispositivo sexual, pornografía o masturbación que pueda saltarse esta verdad! ¡No hay absolutamente ninguna excusa para la inmoralidad en los Hijos de Dios! Todo lo demás es considerado como "la concupiscencia de la carne", que no es del Padre. Un hombre muy querido al que yo respeto y conozco bien, honestamente confesó que estaba en la ducha masturbándose y pensando para sí mismo, "esto parece tan normal, ¿qué puede estar mal con él?" Apenas se enteró de que decir en voz audible YHVH "Es pecado" (1). ¡El miedo a Yah (Dios) entró este hombre a partir de entonces y nunca lo hizo de nuevo! ¡Oh, que todos entiendan que es una verdadera bendición vivir como un eunuco sin ser afectado y controlado por pensamientos y deseos lujuriosos! Es posible y trae GRAN Shalom y la paz de la mente y el acceso sin obstáculos a la presencia de Yah.

Nota (1): Los judíos antiguamente así lo creían y al parecer estos hermanos aún hoy lo creen así.


LAS DAMAS SON LLAMADAS A DISCRECIÓN

Como un anillo de oro en el hocico de un cerdo, Es la mujer hermosa que carece de discreción.
Proverbios 11:22

En el caso de las mujeres ¡es muy importante que aprendan a utilizar su capacidad de influencia dada por Dios para conducir a los hombres a la justicia! ¡Una verdadera mujer de Dios debe inspirar el respeto de los hombres! ¡Por supuesto, cuando las mujeres se visten inmodestamente no pueden inspirar respeto! He visto mujeres cristianas con provocativos vestidos escudándose en nombre de "la libertad", al igual que el mundo hace con las prendas de corte bajo que muestran los pechos o las piernas. ¡Con los pantalones de corte bajo que muestran la barriga y vestidos muy cortos que muestran todo! No hay necesidad de vestirse como "monjas", pero es el momento de elegir lo que es justo en el área de la ropa. La moda atractiva está bien siempre que no sea "sensual" o "sexy" ¿Por qué una mujer santa querría atraer a los hombres sexualmente? ¡La mayoría de los hombres (¡sí, incluso "paganos"!) prefieren a las mujeres que se visten con honor! ¡Las mujeres tienen que tener mucho cuidado de no inspirar LUJURIA en los hombres! Ya sea en pantalones, vestidos, faldas, etc. ¡Ir a lo DISCRETO! ¡Usted puede ser creativa, femenina y de aspecto modesto o discreto!

¡Provocar los deseos sexuales entristece al Espíritu Santo! ¡Todos los deseos traen a luz el pecado y la muerte en nuestras vidas! ¡Pero, no por eso los hombres tienen excusa, aunque haya "una mujer tentadora" alrededor! "Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal, y Él mismo no tienta a nadie. Pero cada uno es tentado cuando es atraído y seducido por su propia pasión. Luego, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado se lleva a cabo, engendra la muerte. No se dejen engañar, mis amados hermanos". Yaakov (Santiago) 1:13-16



¡DESHACERSE DE LUJURIA EN SUS PENSAMIENTOS!

Muchas personas llevan una vida de pensamientos muy lujuriosa, pensando en sí mismos que eso "no es gran cosa" o que es "normal". Es "normal" según los estándares del mundo, ¡pero no según las normas de Dios! ¡Él mató a toda una generación durante el tiempo de Noé, porque sus pensamientos eran malos!

Entonces YHVH vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón era continuo solamente el mal. Génesis 6:5

En hebreo la palabra para INTENCIÓN (designio) es en realidad "YETSER" ¡que es también la palabra para la inclinación al mal, el pecado o el diablo -YETSER HARA! También significa "crear, ..., imaginar".

Así, la generación de Noé estaba imaginando cosas malas todo el día;  ¡estaban pensando mal, pensamientos lujuriosos, violentos y por eso Dios los destruyó! Ya sabemos que los malos pensamientos (pensamientos lujuriosos) conducen a la inmoralidad (pecado) y comportamiento que conduce a la muerte, porque "la paga del pecado es muerte". ¡Así que el final de un pensamiento lujurioso es siempre la muerte! Esta generación de los últimos días también se comparó la generación de Noé. La gente se olvida de la sentencia que viene ¡y de hecho de la sentencia  ya OCURRIDA! ¿Cuántos más tsunamis y tormentas necesitaremos antes de despertar??? ¡Yo le sugiero mi libro "Stormy Weather" para este tema urgente!, va a cambiar su forma de pensar y equiparlo para el Fin de los Tiempos (http://www.kad-esh.org/ )

Porque la venida del Hijo del Hombre será como los días de Noé. "Porque así como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será la venida del el Hijo del Hombre. Mateo 24:37-39

Así que, ¿qué se puede hacer para librarse de la lujuria y caminar en la santidad que agrada a Abba YHWH?

¡La Palabra es muy clara sobre el proceso de sanación y liberación!

Y mi pueblo, sobre el cual mi nombre se humilla, orando y buscando mi rostro y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. 2 Crónicas 7:14

Dios nos llama a ser humildes, a orar y a buscar su rostro para que podamos dejar nuestros malos caminos. ¡Entonces seremos sanados y liberados de la lujuria y pensamientos lujuriosos, la pornografía, la masturbación, la fornicación todos los cuales conducen a la muerte! ¡No hay manera de evitarlo! ¡Esta generación entera en la Iglesia es una generación para CIRCUNCISIÓN, como en los tiempos de Josué! Es hora de ir a través de Gilgal, y la circuncisión para tener un corazón nuevo para que la Torá y los Caminos Santos de YHVH se puedan escribir en nuestros corazones y no sólo en nuestras mentes! ¡Aparte de que la "inundación" está a la puerta y que nos llevará con el mundo!

Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero vosotros sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, que engañan a sí mismos. Yaakov (Santiago) 1:21, 22

¡Queridos hermanos, estamos de pie para su liberación de todo mal y estamos orando para que usted reciba esta palabra y se vuelta (arrepienta) antes de que sea demasiado tarde! ¡YHVH quiere recuperar la posesión de Su Casa! Usted puede enviarnos sus peticiones de oración sobre el tema. No le responderemos con asesoramiento, pero oraremos-guerrearemos por sus vidas! Al mismo tiempo, asegúrese de que usted golpea el suelo con las rodillas y comienza a buscar Yah (Dios) para usted y hace oración por los que andan en la justicia. Pero no se quede con su pecado o se adapte a él, recuerde que trae la muerte!


Tus amigos en Israel

Obispo Dominiquae Bierman y el Rabino Baruj (www.kad-esh.org)

"Por el bien de Sión no me callaré" Isaías 62:1